EL CHICO DEL TREN
Girona, 21 horas y tres minutos del viernes 9 de marzo
Llega a la estación el Catalunya expres. Subo al vagón, me instalo en el último asiento del departamento donde sólo hay dos viajeros. Suben dos muchachos y también se instalan allí, pero ellos en los asientos delanteros del lado contrario.
De los dos chicos, que deberían andar por los 18 años o tal vez menos, uno parece llevar la voz cantante: pelo pincho engomado, pantalones con rotos hechos a propósito, como marca la moda, maquineta de juegos que le absorbe cuando juega con ella.
El otro parece como acobardado, dependiente de su amigo, da la sensación de estar nervioso porque no para de hablar, se levanta, mira una revista que le pide al viajero de su lado; habla con leve acento andaluz, pero con argot de quinqui sin embargo parece educado. Viste un chandal azul marino enseñanzo los calzoncillos como se llevan ahora. Pelo corto por delante y largo por detrás. Grita al hablar de manera que nos enteramos de todo lo que comenta con su compañero, cosas intrascendentes. No tiene tabaco pero fuma del de su amigo, Malboro. Los dos salen al rellano del vagón a fumar, al lavabo. Pregunta sin cesar a su amigo si falta mucho para Barcelona, si sabrá por dónde tiene que ir, en qué estación hemos parado, que tiene miedo a andar por la ciudad por la noche a ver si le pasa algo, que tiene muchas ganas de llegar a casa... Se vuelve a levantar por no sé cuánta vez y sale al rellano y hace un poco de gimnasia porque dice que está entumecido de tanto rato sentado...Mientras el compañero juega sin parar a la maquineta dejando escapar alguna palabrota si las cosas no le salen bien y pierde alguna partida o el robot le hace perder puntos. Es evidente que se siente superior a su colega y le va dando lecciones de lo que ha de hacer, lo que falta para llegar al Clot que es donde él se va a bajar para ir a casa de su novia donde va a pasar el fin de semana y donde irá al cine en La Maquinista.
El chico del pelo largo le dice a su amigo si le dará un euro por si tiene que llamar por teléfono por se pierde y le tienen que venir a buscar. Deduzco que el nerviosismo que tiene es producto de cierto miedo a quedarse solo, sin el amigo.
A punto de llegar a la estación del Clot se despiden con unos fuertes abrazos. El pelo pincho le da tabaco y también, busca en el bolsillo, saca unos cuantos billetes y le da el euro que le había pedido al que añade alguna moneda más, también le pide el teléfono y como no tienen bolígrafo ,el del pelo largo nos pide a los que estamos allí si tenemos algo para escribir. Ninguno de los otros dos pasajeros dice tener, entonces le digo que tengo y saco del bolso uno; educadamente me da las gracias y escribe en un papel, supongo que el teléfono. El compañero se baja del vagón y el que se queda le dice a gritos que no se preocupe que pronto será libre como él lo es ahora, que todo llega y que a ver si alguna vez se ven. y que suerte. Es evidente que han tenido vivencias comunes. También se baja otro de los pasajeros
El tren vuelve a ponersen marcha, quedamos tres en el compartimento, pero el pasajero que debía ser estudiante se sale al rellano sin dejar de mirar. El chiquillo se vuelve, me mira y me pregunta si no me importa que se ponga conmigo y le digo que vale. Miro al estudiante que desde fuera del compartimento no deja de observarnos y creo leer su pensamiento al ver la cara que está poniendo: "a ésta la van a atracar, robar o algo" y cuando ve que el muchacho se sienta se le cambia el color y decide mirar para otro sitio.
-Señora a dónde va usted-
-A Sans, ya queda muy poco- ¿Y tú?
-Yo también voy a Sans. Es que ya estoy libre, hoy me han dado la libertad después de diez meses. No me acuerdo cómo es la calle-
Le corto porque veo que tiene tantas ganas de hablar que mejor ir preguntando y que vea que me intereso por su historia, cosa que , por otra parte es verdad.
-¿Estabas en la cárcel?-
-Si, bueno no, en un centro de menores; pero es una cárcel y te tratan muy mal; te castigan sin permiso de fin de semana si te portas mal, si no obedeces o respondes mal a los educadores; pero ellos te chinchan para que les respondas y poderte poner una falta y dejarte dos meses sin salir. Mi colega está con permiso los fines de semana y los lunes tiene que volver.
-¿Te encerraron por drogas o así-
-¡No! por robar porque yo quería dinero para ir con mis amigos y como mi madre no me podía dar pues yo robaba para poder salir y hacer como hacían mis amigos. Pero ya no voy a robar más porque la libertad es lo mejor que hay. Voy a buscar tabajo y si no puedo salir pues no saldré o haré lo que pueda hacer con lo que tengo y a ver si me echo unachica y eso. También me voy a cortar el pelo porque dicen que tengo pinta de quinqui y sí que me parece que la tengo y si quiero buscar trabajo..., pero es que a mí me gusta el pelo largo.
-Puedes dejarte el pelo largo si te gusta, pero recógetelo, hazte una coleta. Es muy diferente el pelo recogido aunque esté largo. - (Y en mi cabeza están apareciendo como si de un desfile se tratara, todos los alumnos que he tenido y que han tenido problemas semejantes. Sobre todo me acuerdo de José Manuel y de Domingo, los dos muertos al poco de salir del cole, y del Jordi P. que vive, pero no sé por cuánto tiempo , y es padre con sus 17 años) A todos ellos estoy viendo en la cara de este chiquillo del tren.
-Tengo un alumno que también es menor y está en un centro de menores en Palautordera- Alguna vez hablo con él por teléfono
-¿Es usted profesora? Yo allí en el centro he estudiado electricidad, mecánica y jardinería y a ver si encuentro algún trabajo. En la cárcel ,porque aquello es igual que una cárcel también se aprenden cosas para luego, para la vida porque allí aprendes mucho y te das cuenta de que lo mejor es la libertad y yo no quiero volver a perder la libertad.
Hemos llegado a Sans. Bajamos del tren. Me doy cuenta que no sabe para dónde ha de tirar. Le pregunto a dónde va y le indico el camino. Vamos juntos por el hall de la estación y toca despedirnos.
Es usted una buena persona, señora - me dice - y me da un abrazo. Yo le doy dos besos y le deseo suerte en la vida.
No voy a volver a robar, ahora sé lo que es la libertad. Después de 10 meses voy a ver a mi madre y a mi sobrinillo que hace poco que ha nacido. No quiero perder la libertad que es lo mejor que hay en el mundo. Que usted también tenga mucha suerte -me dice-
Estamos en la puerta de salida. Ahora sí que es la despedida final.
-A ver si encuentro el camino porque tanto tiempo sin pisar la calle y no me gustaría perderme por Barcelona porque puede pasarme algo. Señora a ver si alguna vez nos volvemos a ver. Es usted muy buena.
-Que tengas suerte y, alguna vez acuérdate de esta abuelita. Tal vez nos volvamos a ver, quién sabe-le digo-
De nuevo me da un abrazo y yo le doy dos besos.
Cruza la plaza con su bolsa de deporte al hombro, se pierde entre las sombras y se me llenan los ojos de lágrimas. Será difícil pero, ¡ojalá no vuelva a robar! Y para mí será siempre "El chico de la estación". Tanto hablar y no sabemos los nombres. Tal vez es mejor así.
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